Pues regresando a aquella triste historia:
Las pastillas no funcionaron la primera vez. Decidí buscar un médico que me ayudara. Ojosmar estuvo todo el tiempo conmigo apoyándome, se portó súper bien la verdad, se le notaba el miedo de que pudiera pasarme algo.
No encontramos a nadie que pudiera ayudarnos, o no buscamos bien. Le llamé a una amiga de la capital y me dijo que intentara lo de las pastillas de nuevo, y que si no funcionaba me fuera a la capital, donde hay clínicas donde hacen abortos legales.
Pasé otro fin de semana infernal esperando que saliera el quiste... no pasó nada, nada respecto al quiste.
Comencé a tener unas fiebres atroces que me incapacitaban, tuve una infección en vías urinarias y los escalofríos me sacudían.
Compré los tickets del viaje, reserve en el hospital, sólo me quedaba esperar una semana para librarme de toda esa pesadilla... ¿por qué esperar? factor dinero. Sí, en América Latina muchas mujeres mueren porque no pueden acceder a abortos seguros; y ya no menciono el asunto de la ilegalidad, que sería un rollazo.
No resistí los malestares más de dos semanas, apenas y soportaba la jornada en el trabajo. Fui con un médico de botica, le expliqué lo que pasaba y le pedí que me recetara algo que me permitiera llegar viva a la capital para acabar con el asunto.
Fue muy comprensivo y me dijo que debí acudir desde le principio con él, ahora todo estaba jodido.
El producto tenía dos semanas infectándose dentro de mí, fui al hospital y me dijeron que debía internarme. Me tuvieron tres días dentro, encerrada en un hospital, sin visitas porque todo fue en secreto para que no se enterara Male, y mucho menos mis madre. Como no sabían el momento exacto de mi intervención Ojosmar se llevó mi celular, ni siquiera pensar en pedirle un libro... apenas y pudo llevarme un cepillo de dientes. Tres días sin opción de hacer nada, salvo pensar y rezar... Porque han de saber que terminé rezando... creo que en ningún momento pedí perdón y mucho menos me arrepentí, pero imploré porque todo pasara pronto, y así me fui resquebrajando hasta que el menos cretino de todos los médicos de ese lugar dijo: "ya está lista", y entré al quirófano, al fin.