miércoles, 29 de octubre de 2008

Desayunar o no

Son las nueve de la mañana. Me levanté con el firme propósito de hacer media hora de baile, sólo logré quince minutos de estiramientos... 
¿Debo sentirme mal por ser tan mediocre o decirme a mí misma "hey, es un buen principio", ¡patrañas! Llegaré al trabajo y veré a todas esas mocosas con sus perfectos cuerpos mientras comen enormes emparedados, coca-cola normal y frituras. Y yo, asándome dentro del estúpido corsé que actualmente no ayuda mucho... ¿cómo pude llegar a esto? Prometí que si volvía a pesar 50 kg. me daba un tiro. Okey, mi excusa perfecta es que no tengo revolver. 
Ahora mi dilema es desayunar o no, podría comer un poco de fruta, pero siempre que tomo café se me antoja acompañarlo con pan o galletas. No puedo evitar el café, me encanta y me ayuda a pasar las mañanas. Si viviera sola sería más fácil evitar "las tentaciones".  Cuando vivía sola mi refri sólo tenía leche de soya, coca-cola light, papaya o piña, queso cottage y espinacas; en la despensa había avena, cous-cous, té verde y rojo, sardinas que nunca comí, arroz y pan dextrinado. Y agua, muuucha agua. Aquí el cretino de mi hermano no ha sido capaz de surtir el agua ni siquiera porque yo la estoy pagando.
Si sé que comer es malo (al menos para mí), no entiendo porque quiero seguir haciéndolo, supongo que es una especie de compensación afectiva, me doy pena. Nadie me quiere y por eso me como una rebanada de pastel de chocolate de 540 kcal.
Probablemente no escriba más hoy, tengo una larga jornada laboral y por la noche me quedaré sin red, hasta mañana por la tarde vendré a vomitar todo mi patetismo en tan singular bitácora de decadencia.
Mientras tanto, rumiaré con mis demonios "in my mind".

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